Hola compañeros de crianza!
Recuerdo una vez que estaba en el médico con mis hijos, algo intranquilos para variar, y mi hijo mayor, de apenas 6 años, le pidió al doctor que le regalara la cinta de medir la circunferencia de la cabeza, y yo muerta de pena, se la quite a mi hijo se la di al médico, y le dije "esto no es para jugar, esto es una herramienta de trabajo del doctor y no te la puede regalar"...y el doctor, sabiamente, se la dio de vuelta a mi hijo diciéndole..."claro que te la puedes llevar, yo tengo otra" y luego me mira y me dice..."déjelo que me pida, yo decidiré si puedo dárselo o no", créanme que fue una tremenda lección, la cuál le agradezco ampliamente, esto fue hace unos 8 años y aún hoy sigo luchando con esta incapacidad, pero seguiré hasta vencerla.
Desde hace tiempo entendí, en mi propia persona, que no pedimos lo que necesitamos, pero nos molestamos porque no nos lo dan, y a pesar de haberlo entendido, créanme que me cuesta mucho darme cuenta de lo que necesito, y más aún, reconocer que debo pedirlo y actuar. Como consecuencia de esta incapacidad para pedir, hay muchas cosas que deseo y que se me dificulta lograr.
Ya saben que cuando uno pone atención en un tema, notas que este aparece en tu vida con más intensidad. Por ejemplo, cuando quieres comprar un modelo de carro, de pronto empiezas a verlo por todas partes. Así mismo me paso con este descubrimiento de mi incapacidad para pedir, se volvió punto de atención en mi vida, así que empecé a notar la misma incapacidad en otras personas, y especialmente en mis hijos.
Tengo dos hijos varones de 14 y 11 años, que son maravillosos como todos nuestros hijos, cierto?! :-)
En esta edad están experimentando muchas diferencias entre ellos, y pasan el 75% del tiempo que están juntos discutiendo por cualquier cosa. Y luego quieren que yo intervenga.
En una ocasión, se acerca mi hijo mayor y me dice..."Mami necesitas hablar con mi hermano porque no quiere escucharme cuando le estoy hablando."
En otro momento, el menor se acerca y me dice..."Mami, dile a mi hermano que cuando sus amigos están en la casa no me trate mal."
Y así por el estilo en repetidas ocasiones, no sólo temas entre hermanos, si no con su Papá, en el colegio, etc.
Ante estas peticiones, mi respuesta es siempre la misma:
¿Qué es lo que quieres qué pase?
...que mi hermano me escuche cuando le hablo
...que mi hermano no me trate mal cuando estén sus amigos
...que mi Papá no pase tanto tiempo enojado conmigo
...etc. etc. etc.
Y luego yo respondo con más preguntas...
¿Ya pediste eso que quieres? ¿Qué estás esperando para pedirlo? ¿Va a cambiar algo si no lo pides?
Necesitamos ver qué ejemplo estamos dando. ¿Estamos nosotros acercándonos a nuestros hijos a pedirle lo que necesitamos de ellos? ¿Nos acercamos a nuestra pareja para pedir lo que necesitamos? ¿Con lo amigos? ¿Con la familia?
La mayoría de las veces, callamos "para evitar" y lo único que evitamos es la posibilidad de mejorar nuestras vidas y de crear buenas relaciones con la gente que camina junto a nosotros en la vida.
En el caso de nuestros hijos y pareja, la mayoría de las veces les dejamos saber de nuestro disgusto, de diferentes formas, que van desde la agresión hasta la indiferencia, lastimamos a quiénes más nos importan, pero somos incapaces de pedir lo que necesitamos.
Pedir es necesario para llegar más allá de lo que llegaremos solos, es nuestro derecho pedir, es nuestro derecho recibir, pero también es derecho del otro decir que no y nosotros debemos saber manejar esta situación, pero, a veces, por miedo a recibir un NO nos negamos la posibilidad de antemano...hay un viejo dicho popular que dice..."el no ya lo tenemos ganado", quien no pide se cierra las posibilidades de cambiar su vida.
Nosotros como padres contagiamos a nuestros hijos ese miedo a pedir, cuando nuestros hijos quieren pedir algo o lo piden, y nosotros juzgamos esa situación como vergonzosa, los regañamos, les prohibimos que lo vuelva a hacer, les decimos que antes de pedir nos pidan permiso, etc. O cuando les niegan algo, les trasmitimos nuestras propias frustraciones, con comentarios como...ese fulanito es un egoísta...que se cree él o ella para negarte esto...pensará que lo necesitamos...etc. Y convertimos una sencilla petición negada en un drama, que el niño no entiende, pero sembramos en ellos la sensación de que está mal.
Padres, seamos valientes, enfrentemos nuestros propios miedos y limitaciones para pedir, y animemos a nuestros hijos para hacerlo con todo lo que necesiten, y enseñemos también a recibir un no y buscar otros caminos, sin dramatizar la situación, un NO es sólo el derecho del otro a no aceptar nuestra petición, no le demos interpretaciones limitantes.
El mundo necesita más gente que sepa pedir y avanzar.
Un fuerte abrazo!
Yaneth
Hola Yaneth, ante todo gracias por este aporte espectacular por medio de este blog, a contribuir a que podamos ser mejores padres, personas y seres humanos.
ResponderEliminarCon respecto al tema que tocas en esta entrada enseñar a nuestro hijos a pedir, es vital importancia también entender que para pedir y saberlo hacer, es de suma relevancia dar, al final la vida es como un intercambio, creo que todo comienza por dar lo mejor que podemos ser como personas. Si analizamos a nuestros niños y niñas, me atrevería a decir que desde que nacemos hasta los primero 5 años de vida, en nuestro cerebro vienen pre instalados programas para ser creativos, para compartir, para pedir y así muchos mas actitudes mas, sin embargo nosotros como padres o personas que vivimos a su alrededor tenemos una responsabilidad enorme de enseñarle como manejar esa herramienta de la mejor forma o de detener la ejecución definitiva de esos programas. Así que tenemos como misión ser los mejores guías y potenciar esos programas que traen de forma natural nuestros niños de tal manera que ellos tengan mas herramientas para llevar y disfrutar de este tiempo llamado vida
Hola Alfredo. Que alegre recibir tu comentario! Muchas gracias por tomarte el tiempo para compartir este valiosa información.
EliminarOjalá puedas compartir con nosotros sobre estos programas que tenemos instalados y cómo potenciarlo en los niños.
Un abrazo,
Yaneth