domingo, 15 de febrero de 2015

El ejemplo tiene más fuerza que las reglas


¡Holasss...mis valientes padres!

Me encanta la frase de esta imagen, me hace pensar cuánto tiempo usamos para dar largos discursos a nuestros hijos, quiénes a los 2 minutos están desconectados, y con el tiempo, sólo escuchan el murmullo, pero no reciben las palabras, crean un escudo protector contra ese caudal de palabras mal entonadas y, a veces, insultos disfrazados de buena intención.

Como padres valientes, necesitamos hablar menos y actuar más, actuar inteligentemente para mostrar el camino, actuar congruentemente haciendo vida lo que predicamos o mejor predicando con nuestras acciones, dejando que ellas digan lo que nuestras palabras no alcanzan a explicar. Sé, en mi propia vida, que actuar congruentemente es más difícil que dar aburridos discursos a nuestros hijos, quienes no tienen la posibilidad de escapar de ellos, porque "deben respeto a sus padres"...porque la norma dice que: mientras alguien habla uno guasa silencio y lo mira a la cara...pero, seamos honestos, ¿alguien más escucharía nuestros aburridos discursos si no estuviese obligado? ¿lo haríamos nosotros?

Tengo un hijo varón de 11 años, relacionarse con nuevos amigos no es una tarea sencilla para él, y por lo tanto, evita ir a lugares o participar de actividades donde no conoce al grupo. Como madre quiero que él se sienta cómodo creando nuevas relaciones, según yo..."aprender a relacionarse es básico para la vida"...así que hablo con él acerca de este tema repetidas veces, de lo importancia que tiene para su vida, aplico con  él mis aprendizajes en PNL haciendo ejercicios que modifiquen sus patrones, lo animo a enfrentarlo, le busco apoyo en el psicólogo, le doy lecturas...y hago todo tipo de cosas, mucha de las cuáles ahora no recuerdo, que haría una madre obsesionada con esta idea. Recientemente las mamás del colegio del grado de mi hijo, me envían una solicitud para reunirnos a un desayuno, cuando mi hijo me da la nota y la leo, de inmediato exclame..."no voy a ir a este desayuno con este montón de gente que no conozco...después preguntaré de que hablaron"...y mi hijo sólo volteo y me dijo ¿y porqué no vas a ir mamá?, inmediatamente noté cómo yo estaba contribuyendo con mi ejemplo a aquella situación con la que luchaba con mi palabra.

¡Cuesta esfuerzo, pero vale la pena! Si realmente queremos impactar positivamente la vida de nuestros hijos, vivamos una vida que merezca la pena modelar. Este es el verdadero reto!

Un fuerte abrazo!

Yaneth

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