A mis 2 hijos adolescentes les encantan los video juegos, no pierden ni un segundo de su tiempo de juego, rápidamente se acomodan frente a su equipo y se hacen uno con el juego, todo inicia con mucha energía positiva, pero de pronto sucede algo totalmente injusto...."el juego me hizo trampa" grita alguno de ellos... o ambos, toda esa energía de pronto se transforma en "furia" y ahora quieren acabar con el creador del juego, en lugar de con el enemigo en el juego, porque el tramposo del creador del juego "los hizo perder".
Este evento se ha vuelto parte de nuestra rutina, y todos en la casa lo vivimos como lo que es...un momento de enojo y ya está. Pero no fue así siempre.
Tiempo atrás, este evento desencadenaba una serie de acciones que rompían con la paz de la familia: mis hijos tiraban el control, algunas veces se rompió, o se peleaban entre ellos, o golpeaban la televisión, lloraban, se gritaban, mi esposo y yo nos enojábamos más que ellos, habían gritos, castigos...en fin, no era posible vivir esto cada vez que jugaban.
Estoy segura que muchos se sentirán identificados.
Y...¿qué podemos hacer?
La solución fue simple, ¿quién es el adulto aquí?, ni modo que sean los hijos, son Papá y Mamá, así que tuvimos que permitir que ellos se sentían realmente frustrados cuando ocurría un error en el juego que dañaba su avance y les hacía parecer como que todas sus habilidades no valían para nada. Esta frustración hacía emerger en ellos el enojo, hasta allí todo bien, nos pasa a casi todos los humanos, el enojo aparece para mostrarnos que ese juego se está comportando de manera injusta, sólo que en este caso hay que vivir con eso, al menos mientras el creador del juego hace algo para corregir el error, ya que, no jugarlo no es una opción válida para mis hijos.
Al reconocer que están en su derecho de sentir enojo, el siguiente paso, para resolver el inconveniente es qué hacer con esa emoción, y la respuesta es canalizarla de la mejor manera posible.
En conversación con mis hijos platicamos sobre cómo podían ellos manejar ese momento, ya que no era válido maltratar a las personas ni a los objetos, aunque si es valido su enojo, entonces ellos propusieron:
- Parar el juego cuando empezarán a notar que se estaban sintiendo enojados.
- Apagar el juego y salir a brincar en la maya cuando pasase una situación como la descrita.
- Golpear las almohadas.
- Salir a rodar bicicleta unos minutos.
Y poco a poco fueron creando estos hábitos, así que eso es lo que sucede hoy, los juegos siguen haciendo "trampa", a veces se va la luz sin avisar, u otros hechos inesperados que causan enojo, pero ellos ya saben qué hacer con el enojo.
Entonces, la clave esta en reconocer la emoción como válida, pero crear mecanismos de auto-regulación, comprender y hacerse cargo de las consecuencias de sus actos si no logran regularse, y notar cómo es diferente cuando logran la regulación. Crear en ellos la conciencia de que pueden elegir su comportamiento aunque enfrenten situaciones que ellos no pueden elegir.
Un fuerte abrazo!
Yaneth